Resultados que se presumen en discursos oficiales, no se perciben en la cotidianeidad… 

Los que creemos en Dios, no podemos idolatrar las instituciones humanas por más promesas que nos hagan: Iglesia Católica. 

Por Irineo Pérez Melo

Xalapa, Ver., Al asegurar que vivimos tiempos de oscuridad, el Arzobispado de Xalapa sostiene que los resultados que se presumen en los discursos oficiales no se perciben en la cotidianeidad. “Los que creemos en Dios, no podemos nunca idolatrar las instituciones humanas por más promesas que nos hagan”.

En el comunicado dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social, se indica que no hay indicadores de bienestar para la gente, y la deuda social sigue creciendo en asuntos de violencia, pobreza, educación y salud.

“Los pobres son cada vez más pobres y lo más grave es que se les hace dependientes de dádivas que no sabemos para cuánto tiempo alcanzarán. La ruta que se está llevando sólo aumenta la incertidumbre en la población. Vivimos tiempos de obscuridad”, agrega el documento signado por el presbítero José Manuel Suazo Reyes.

“El momento presente que estamos viviendo es como el de una noche obscura; las sombras de la muerte nos acechan y nos sentimos como en un naufragio sin rumbo. Más de 103 mil muertos por el mal manejo de la pandemia es una calamidad; el aumento de la pobreza se percibe por dondequiera. Vivimos momentos de incertidumbre; muchas familias están sufriendo por causa de la enfermedad, la violencia o la pobreza”, se añade.

¿De dónde nos llegará la verdadera luz? esta es la pregunta que responde el tiempo del Adviento que estamos comenzando y lamentablemente se está provocando más desencantos que satisfacciones.

“La verdadera luz por lo tanto viene de nuestra apertura a Dios que se acerca. Es aquí donde el profeta Isaías tiene mucha actualidad: El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz… (Is 9, 1) este es el adviento que necesitamos. Aquí radica la esperanza que debemos cultivar”, se señala.

Además, refiere que, junto con la apertura a Dios, necesitamos ser también más promotores y colaboradores del bien común y dejar de ser indiferentes; México puede cambiar si cada uno de nosotros da lo mejor de sí; si nos comprometemos con la verdad y la justicia. México empieza a cambiar cuando hacemos las cosas con calidad, honestidad y transparencia. Esto es lo que ayudará a mejorar el tejido social.

El adviento es por excelencia el tiempo de la esperanza. Cada año, esta actitud fundamental del espíritu se renueva en el corazón de los cristianos que, mientras nos preparamos para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo Salvador reavivamos también la esperanza de su venida gloriosa al final de los tiempos.

“La esperanza verdadera y segura se funda en nuestra apertura a Dios que es Amor y Misericordia; para que los hombres, y con ellos todas las criaturas, puedan tener vida en abundancia (cf. Jn 10, 10)”.

Finalmente, sostiene que para mantener viva esta esperanza necesitamos cambiar el corazón, necesitamos superar nuestros egoísmos y autocomplacencias, necesitamos abrirle un espacio a Dios. Con ello estaremos celebrando un buen periodo de adviento.