UV se ha ganado la confianza de la sociedad y trabaja con ella: Cliona Maher
- Funcionarios y académicos de varios países compartieron ejemplos exitosos de vinculación en la Mesa “University-Community partnerships to responses to Covid-19: Reflections on Innovative Civic Engagement”
David Sandoval Rodríguez
La colaboración entre las universidades y las comunidades es fundamental para implementar acciones que beneficien a la sociedad, señalaron los participantes en la Mesa “University-Community partnerships to responses to Covid-19: Reflections on Innovative Civic Engagement”.
El evento, que se transmitió por Zoom, formó parte de la conferencia “Talloires Network of Engaged Universities: 2021 Universidades Globales, Impacto Local”, en el que participaron varios integrantes de la Universidad Veracruzana (UV).
La organización corrió a cargo del Tisch College of Civic Life de la Tufts University y el Instituto de Política de la Escuela Kennedy de Negocios de la Universidad de Harvard, en la que participan anualmente líderes y estudiantes de educación superior de todas las regiones del mundo.
Leana Lanuza Espinoza, académica de la Facultad Regional Multidisciplinaria (Farem) de Estelí, institución adscrita a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, comentó que uno de los temas a los que se le debe brindar atención es a “trabajar el miedo y cómo superarlo porque obstaculiza y deteriora el sistema inmunológico”.
Explicó que “un mensaje positivo puede ser alentador, como compartir un recuerdo o una anécdota sobre algo negativo o una tragedia del otro”.
Recalcó también la importancia de “pensar que la universidad no está aislada del entorno, tenemos que ver a las comunidades y crear alianzas, ver cómo funciona la sociedad en general para trabajar estos temas”.
En igual sentido, Cliona Maher, académica de la Universidad de Cork en Irlanda, habló acerca de la colaboración que ha tenido desde hace años con la UV y relató cómo la institución, con programas como las Casas UV y las Brigadas de Universitarias en Servicio Social ha logrado que las comunidades confíen en la institución, facilitando el trabajar con ellos.
“Fue una alianza natural que se dio luego de varios años de trabajo y se basa en escuchar a la comunidad y trabajar con ella desde las Casas UV y otras áreas específicas, pero no hay que esperar a que una pandemia genere estos vínculos.”
Peter Kikira, director del College of Graduate Studies & Research de la Universidad Mount Kenya, aseveró: “Un componente estratégico en nuestra universidad es el compromiso comunitario porque así identificamos las brechas y falencias que tenemos, y luego buscamos el vínculo con las organizaciones originadas por la comunidad, con cuáles podríamos complementarnos y aquellas que comparten aspectos comunes con nosotros; a lo largo de 17 años logramos muchas cosas trabajando además con instituciones gubernamentales”.
El académico mencionó que en su universidad tienen la figura de la mentoría para los estudiantes y se les reconoce como compromiso comunitario.
En la sesión se preguntó a las integrantes de la Farem sobre el proyecto de la “mochila emocional”, que se caracterizó como una herramienta de trabajo que permitió reconstruir relaciones familiares.
“Esta estrategia nos aportaba ideas sobre cómo son las relaciones dentro de una familia porque daban la pauta, primero para nosotros y luego con los integrantes de una familia, para reunirnos en las escuelas y hablar de nuevas formas de comunicación en el nuevo contexto provocado por la pandemia, ya que es en el hogar donde ocurren más peleas y la mamá se convierte en la maestra del hijo”, detalló Miurell Suárez Soza, académica de la Farem.
Elvis Akomoneh, vicepresidente de Desarrollo Institucional de la Meridian Global University de Camerún, enfatizó que el acceso a la salud es una condición imprescindible, un derecho humano que debe ser accesible para todos y por ello es una de las prioridades de su institución en materia de vincularse con la sociedad.
En las conclusiones del evento, Cliona Maher señaló que “la acción colectiva para el bien común es posible y una economía solidaria que sea amigable para el medio ambiente”, a lo que Miurell Suárez añadió: “La educación emocional es necesaria y fundamental para el ser humano y las universidades debemos formar en este sentido a nuestros estudiantes”.