Incertidumbre y miedo no deben robarnos la alegría y paz interior: Iglesia Católica… 

Hay desánimo y descontento social, aunque discursos oficiales digan lo contrario. 

Por Irineo Pérez Melo

Xalapa, Ver., Las experiencias de incertidumbre y de miedo que producen las situaciones externas que estamos viviendo, no deben robarnos la alegría ni la paz interior, aseguró la Arquidiócesis de Xalapa.

En el comunicado de prensa dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social, signado por el presbítero José Manuel Suazo Reyes, refiere que el ambiente cristiano de alegría por la cercanía de la Navidad “contrasta con la realidad que la gente de nuestro pueblo vive todos los días”.

“Y es que no hay reunión, encuentro o conversación donde el pueblo no lamente la situación de crisis que estamos viviendo; se observa mucho desconcierto e incertidumbre, hay un ambiente de desánimo y descontento social, aunque en los discursos oficiales se diga lo contrario”.

Recordemos, dice el comunicado, que Dios está siempre cerca para guiarnos, para consolarnos y para fortalecernos. Mantengamos la alegría porque Dios está cerca.

Se indica que la alegría cristianase produce principalmente de la experiencia de encuentro con Dios a través de su Palabra, los ejercicios de oración, la participación en los sacramentos y las prácticas de caridad. La oración fortalece nuestro espíritu; Siempre que hacemos un bien experimentamos un gozo interior que nada ni nadie nos puede robar.

Refiere que estamos llamados a experimentar la alegría de Dios. Esta se produce aún en los momentos difíciles o de obscuridad, en tiempos de tribulación o incluso de persecución como nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Los apóstoles después de haber sido azotados, salieron del sanedrín contentos de haber sido considerados dignos de sufrir por Jesús” (Hech 5, 40-41).

La alegría cristiana se produce cuando cultivamos la comunión con Dios; cuando la misericordia divina toca nuestra vida y desde dentro nos transforma. De ahí la súplica del salmista “devuélveme la alegría de la salvación” (Sal 51, 14), se añade.

Finalmente, sostiene que esta alegría es fuente de paz, de armonía y de serenidad. Vivir con alegría es vivir en comunión y en gracia de Dios. Como María de Nazaret a quien el arcángel Gabriel saluda de esta manera “Alégrate María, llena de gracia”. La alegría de María es porque está rebosante de gracia.